For you were called to freedom, brothers and sisters, only do not use your freedom as an opportunity for self-indulgence, but through love become slaves to one another. —Galatians 5:13
July 4, 2023
SPACE
My siblings in Christ:
In the name of our freedom in Christ and the responsibility it confers on all the saints, greetings to you and those you love this Independence Day. As St. Paul teaches, our God in Christ has freed us not for own sake but for everyone who remains in bondage. If work and other responsibilities permit, may this be your day of rest and restoration as well as reflection on the glorious work we have before us.
Paul was worried, because the past was tugging at the church in Galatia, in Asia Minor. Some church members insisted Christians had to observe rules of Jewish practice that had once dictated most aspects of people’s lives. Paul taught that faith in the risen Christ freed them from obligations to religious authorities but not obligations to one another. He stressed over and over that love, humility, and forgiveness were the only things that worked. It’s hard to read Paul and the gospel and conclude that individual salvation is the purpose of a life of faith. Instead, each precious salvation story is a brick in the undivided house of beloved community.
Nor is our political freedom for our sake alone. Our freedom and love are graces and tools, the means of fashioning a more perfect union. Some say that Christian teachings and other humane religious values have no place in the public square. This is the most dangerous myth of our time. Think of the secularism washing over the political landscape as the modern equivalent of the law releasing its hold on people’s imaginations in Jesus’s and Paul’s time. As Paul would say, this isn’t an invitation to selfishness. Religious institutions losing their grip on people doesn’t diminish God’s generative, creative, redemptive, and unifying power. But we still have to preach and teach it, show it and live it out in our own lives.
Our nation needs the love of God’s people more than ever before. The Fourth of July follows two annual reminders of the imperfection of our union: Juneteenth and Pride month. If by love Americans became servants of one another, we could at last have freedom and justice for all, including people of African descent, who have been waiting for reparative justice for centuries, and our queer siblings, again being made political scapegoats.
If we behaved like our neighbor’s servants, no one would have to sleep on the street. We would have an immigration system that protected our borders as well as asylees and the immigrant workers who pick our vegetables. We would have life-saving gun safety rules that wouldn’t interfere with gun owners’ rights and fewer abortions without taking away people’s reproductive rights. All of this is within our grasp. As a nation, we could do it if we wanted to, if our society weren’t so inured to the error of freedom for freedom’s sake and our leaders so devoted to leveraging us against one another for their own sake.
Where are the witnesses for this way of living by love? In the pews, Bible studies, and fellowship circles of the Episcopal Diocese of Los Angeles. In our outreach ministries and advocacy to those in power. As our neighbors become more anxious and isolated, and as people’s suspicion of those who are different or believe differently grows stronger, the Christian gospel remains a potent witness for communitarian values — the very adhesive of E pluribus unum.
If it sounds like you and I against the world, remember that our Lord has been there before, and Paul as well. He also wrote to the Galatians (6:9), “Let us not grow weary in doing what is right, for we will reap at harvest time, if we do not give up.” Proclaiming that the love of Christ is alive so that all may thrive, that we are free so that all may be free, the Holy Spirit will see to it that we build up our families and workplaces, our churches and neighborhoods, and our nation. As followers of the Risen One, may this be our Independence Day resolve.
Yours in Christ’s love,
The Rt. Rev. John Harvey Taylor
VII Bishop of Los Angeles
Amor y E pluribus unum
SPACE
Ustedes, hermanas y hermanos, han sido llamados a la libertad. Pero no usen esta libertad para dar rienda suelta a sus instintos. Más bien sírvanse los unos a los otros por amor. —Gálatas 5:13
4 de julio del 2023
SPACE
Mis hermanos y hermanas en Cristo:
En el nombre de nuestra libertad en Cristo y la responsabilidad que nos otorga a todos los santos, saludos para usted y para sus seres amados en este Día de la Independencia. Como nos enseña San Pablo, nuestro Dios en Cristo nos ha liberado no para nuestro propio beneficio sino por aquellos que permanecen en esclavitud. Si el trabajo y nuestras otras responsabilidades lo permiten, que este día sea un día de descanso y restauración como también un día para reflexionar sobre el trabajo glorioso que nos queda por hacer.
San Pablo estaba preocupado, porque el pasado estaba afectando a la iglesia en Gálata, en Asia Menor. Algunos miembros de la Iglesia insistían que los cristianos debían observar las reglas de las prácticas judías que anteriormente establecían la mayoría de los aspectos de las vidas de las personas. Pablo enseñaba que la fe en el Cristo resucitado los liberaba de las obligaciones hacia las autoridades religiosas, pero no a las obligaciones que se tenían el uno con el otro. El insistía una y otra vez que el amor, la humildad, y el perdón eran las únicas cosas que funcionaban. Es difícil leer Pablo y el evangelio y concluir que la salvación individual es el propósito de una vida de fe. En cambio, cada hermosa historia de salvación es un ladrillo que forma parte de la casa unida de la comunidad amada.
Tampoco nuestra libertad política es solamente para nuestro propio beneficio. Nuestra libertad y amor son Gracias y herramientas, los medios para lograr una más perfecta unión. Algunos dicen que las enseñanzas cristianas y otros valores religiosos humanitarios no ocupan ningún lugar en la plaza pública. Este es el mito más peligroso de nuestro tiempo. Piensen en el laicismo limpiando el panorama político como el equivalente moderno de la ley dejando ir su poder sobre la imaginación de las personas del tiempo de Jesús y de Pablo. Como diría Pablo, esta no es una invitación al egoísmo. El que las instituciones religiosas pierdan su poder sobre las personas no disminuye el poder generador, creativo, redentor y unificador de Dios. Pero todavía debemos predicar y enseñarlo, demostrarlo y vivirlo en nuestras vidas.
Nuestra nación necesita del amor del pueblo de Dios más que nunca. El Cuatro de Julio viene después de dos recordatorios anuales de la imperfección de nuestra unión: Juneteenth y el Mes del Orgullo. Si por amor los norteamericanos se convirtieran en sirvientes de su prójimo, podríamos entonces tener libertad y justicia para todos, incluyendo a las personas de descendencia africana, quienes han estado esperando por siglos recibir una justicia reparadora, y nuestros hermanos y hermanas queer, quienes una vez más se han convertido en chivos expiatorios políticos.
Si nos comportáramos como los sirvientes de nuestro prójimo, nadie tendría que dormir en las calles. Contaríamos con un sistema de inmigración que protegería nuestras fronteras así como a los que buscan asilo y a los inmigrantes que trabajan la tierra para recoger nuestros vegetales. Tendríamos reglas de seguridad para el uso de armas de fuego que salvarían vidas y no interferirían con los derechos de los dueños de armas y tendríamos menos abortos sin quitarle a las personas sus derechos reproductivos. Todo esto está a nuestro alcance. Como nación lo podríamos hacer si así lo quisiéramos, si nuestra sociedad no estuviera tan acostumbrada a cometer el error de tener libertad solo por tenerla y nuestros líderes no estuvieran tan comprometidos a influenciarnos para que estemos en contra uno del otro para su propio beneficio.
¿En dónde están los testigos para esta forma de vivir con amor? Están en las bancas, en los estudios bíblicos, en los círculos de comunidad de la Diócesis Episcopal de Los Ángeles. En nuestros ministerios de asistencia a la comunidad y de abogacía hacia aquellos que están en el poder. A medida que nuestros vecinos se tornan más ansiosos y aislados, y a medida que las sospechas de las personas que son diferentes o que creen cosas distintas se hacen aún más grandes, el evangelio cristiano se mantiene como un testigo poderoso para los valores comunitarios – el mismo pegamento de E pluribus unum.
Si suena como que ustedes y yo estamos en contra del mundo, recuerden que nuestro Señor también lo vivió y así mismo Pablo. Pablo también escribió en Gálatas (6:9), “Así que no debemos cansarnos de hacer el bien; porque si no nos desanimamos, a su debido tiempo cosecharemos.” Proclamando que el amor de Cristo está vivo para que todos y todas podamos prosperar, que seamos libres para que todos sean libres, el Espíritu Santo se asegurará de que levantemos nuestras familias y nuestros lugares de trabajo, nuestras iglesias y nuestros vecindarios, y nuestra nación. Como seguidores del Resucitado, que ésta sea nuestra resolución del Día de Independencia.
Suyo en el amor de Cristo,
El Rvdmo. John Harvey Taylor
VII Obispo de Los Ángeles