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El reverendo Dr. Antonio Gallardo — Extracto de la solicitud al comité de selección

¿Por qué se siente llamado(a) a ser obispo(a), y concretamente obispa u obispo de la Diócesis de Los Ángeles, en este momento?

Siento la vocación de servir como obispo, basada en la forma en que mi camino espiritual parece estar guiándome en esa dirección, y en mi profundo deseo de servir a Dios y al pueblo de Dios.

Desde que el obispo Taylor anunció su jubilación, varios colegas del clero y líderes laicos se han acercado a mí para preguntarme si consideraría ser nominado. Les dije que no estaba seguro y les pedí sus oraciones. Con el tiempo, gracias a las oraciones de la gente y a las mías propias, he seguido abriéndome más para discernir, junto con la buena gente de Los Ángeles, si esta es la forma en que Dios me llama a servir. He vivido esto antes, cuando fui llamado al sacerdocio: me resistí, hasta que me di cuenta de que no podía decir «no» al Dios al que quiero servir.

También considero que tengo la experiencia, tanto como pastor como gestor, para dirigir una diócesis en la articulación de una visión compartida para el futuro y en el trabajo junto con su gente para su realización. He tenido la suerte de ser pastor en una gran iglesia episcopal, vicario en una congregación misionera y rector en una congregación cardenalicia. Antes de convertirme en sacerdote, adquirí progresivamente experiencia directiva en organizaciones corporativas y sin ánimo de lucro, trabajando con equipos grandes y diversos, supervisando operaciones complejas y gestionando presupuestos anuales de más de 100 millones de dólares.

Convertirme en sacerdote tocó una parte de mi cuerpo que no había utilizado mucho en mis vocaciones anteriores: mi corazón. Me he vuelto más consciente de mis sentimientos y he aprendido a escuchar mejor para comprender y apoyar las necesidades de diversas personas y comunidades. Me he dado cuenta de que solo con Dios y a través de Dios puedo hacer lo que estoy llamado a hacer.

Siempre pensé que, si Dios me llamaba para servir como obispo, tendría que ser en un lugar que conociera y amara, y ese lugar para mí es Los Ángeles. Me mudé a Los Ángeles hace 20 años porque me encantaba su clima, su diversidad y su cultura. Los Ángeles me recuerda mucho a mi país natal.

Fue en esta diócesis donde tuve mi primera experiencia con la Iglesia Episcopal, y este ha sido el lugar donde he servido durante más de 15 años desde entonces: en la Corporación de la Diócesis, el Consejo Diocesano, el Grupo de Programas sobre Misiones, los Ministerios LGBTQ, los Ministerios Latino-Hispanos, el Comité de Presupuesto, los Misioneros para las Evaluaciones Diocesanas y la Campaña de Capital, entre otros. También he representado a la diócesis en la Convención General y como miembro del Comité Conjunto de Nominaciones para la Búsqueda del Obispo Presidente.

Me embarco en este viaje de discernimiento con el corazón y la mente abiertos. Aporto mi corazón, mis habilidades y mis capacidades, dispuesto a construir sobre los cimientos establecidos por los obispos anteriores, consciente de algunos de los retos que hay que abordar y dispuesto a aprovechar las oportunidades que Dios nos tiene reservadas.